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El Papa León XIII, que dio importantes directrices para orientar la investigación hagiográfica
Corresponde a los bolandistas el mérito de haber dado forma a esta ciencia. Nacidos y organizados durante el s. XVII en Francia, Bélgica, España e Italia, sufrieron las características de la época y se resintieron de la debilidad de la crítica de entonces. Sin embargo, comprendieron la dificultad de su empresa llena de exigencias y necesidades contrapuestas: por una parte, seleccionar y entresacar lo auténtico de la intrincada selva de leyendas, tradiciones y cultos abusivos, desordenada y arbitrariamente desarrollados, acerca del sepulcro y reliquias de los mártires; por otra, llevar a cabo tal operación sin ofender los sentimientos, estratificados con el curso del tiempo, de la fe y devoción populares.
A partir de la introducción en la hagiografía de los principios críticos historiográficos, los textos literarios, los testimonios del culto, los monumentos iconográficos y litúrgicos sufrieron una criba y valoración conforme al programa enunciado en aquel momento por León XIII a los estudiosos de temas históricos (18 de agosto de 1883): nihil falsi audeat, nihil veri non audeat. La aplicación de este método ha podido dar la impresión de una crítica exagerada (hipercrítica) o de una especie de corriente iconoclasta que se abatiera sobre la devoción del pueblo hacia los santos, sin embargo, para la ciencia hagiográfica es inadmisible la aceptación crédula y acrítica de todas las historias y tradiciones populares referentes a los santos, pues, según ella, se corre el riesgo de confundir religión con superstición. Con el fin de dotar definitivamente a la investigación hagiográfica de un método seguro, H. Delehaye ha establecido que deben correlacionarse los estudios sobre los textos literarios con las investigaciones referentes a los documentos del culto, aplicando el criterio según el cual la existencia de antiguos testimonios de veneración es de importancia fundamental, aunque no exclusiva en orden a la autenticidad del mártir. Se trata de la doctrina llamada de las coordenadas hagiográficas, cronología y topografía que, cuando pueden ser establecidas con seguridad, fijan en la historia la figura del santo.
Mediante un procedimiento semejante es posible llegar a encontrar los orígenes del culto. Hasta los s. IV y s. V la celebración de un mártir o de un santo, limitada por lo general al ámbito de la iglesia local, se fijaba en el día del aniversario de su muerte (depositio, dies natalis) y se señalaba en el calendario, indicando el lugar donde se llevaba a cabo la conmemoración, el mes y el día: así se hacía en Roma, Cartago y otras Iglesias durante el s. III. Posteriormente, durante los s. V y s. VI, dichas celebraciones se reunieron en el Martirologio jeronimiano, que incluyó numerosos calendarios locales procedentes de Italia, África, España y la Galia, que han llegado así hasta nosotros. De esta manera cuando, sobre la base de los documentos, la hagiografía logra recomponer los datos antiguos del culto, podemos afirmar que la auténtica figura del mártir queda también reconstruida. En resumen, la crítica hagiográfica practicada en las actas de los santos analiza los diversos testimonios acerca de un mártir o santo con el objeto de llegar a conocer la antigüedad de su culto, derivando de ella, al mismo tiempo, su autenticidad. No siempre los testimonios concuerdan y a menudo los textos literarios utilizados pueden prevalecer sobre los datos referentes al culto. Pero las «historias de los santos» que hallamos en tales textos, no deben confundirse con la documentación, como tampoco el carácter legendario de las pasiones está en contraposición con el valor histórico del santo: la historicidad del mártir no depende necesariamente de la autenticidad de los documentos.
Bibliografía
H. DELEHAYE, A travers trois siécles. L'oeuvre des Bollandistes (1615-1915), Bruselas 1959;
P. PETERS, L'oeuvre des Bollandistes, 2 ed. Bruselas 1961;
S. PRETE, L'origine del'agiogralia: i Bollandisti, «Convivium» (1948) 380405;
R. AIGRAIN, L'hagiographie, ses sources, ses méthodes, son histoire, París 1953;
Repertorium Fontium historiae Medii Aevi, «Istituto Storico italiano per il Medio Evo», I, Roma 1962, 16 ss.
El contenido de este artículo incorpora material de la Gran Enciclopedia que mediante una autorización permitió agregar contenidos y publicarlos bajo licencia GFDL. La autorización fue revocada en abril de 2008, así que no se debe añadir más contenido de esta enciclopedia.
Corresponde a los bolandistas el mérito de haber dado forma a esta ciencia. Nacidos y organizados durante el s. XVII en Francia, Bélgica, España e Italia, sufrieron las características de la época y se resintieron de la debilidad de la crítica de entonces. Sin embargo, comprendieron la dificultad de su empresa llena de exigencias y necesidades contrapuestas: por una parte, seleccionar y entresacar lo auténtico de la intrincada selva de leyendas, tradiciones y cultos abusivos, desordenada y arbitrariamente desarrollados, acerca del sepulcro y reliquias de los mártires; por otra, llevar a cabo tal operación sin ofender los sentimientos, estratificados con el curso del tiempo, de la fe y devoción populares.
A partir de la introducción en la hagiografía de los principios críticos historiográficos, los textos literarios, los testimonios del culto, los monumentos iconográficos y litúrgicos sufrieron una criba y valoración conforme al programa enunciado en aquel momento por León XIII a los estudiosos de temas históricos (18 de agosto de 1883): nihil falsi audeat, nihil veri non audeat. La aplicación de este método ha podido dar la impresión de una crítica exagerada (hipercrítica) o de una especie de corriente iconoclasta que se abatiera sobre la devoción del pueblo hacia los santos, sin embargo, para la ciencia hagiográfica es inadmisible la aceptación crédula y acrítica de todas las historias y tradiciones populares referentes a los santos, pues, según ella, se corre el riesgo de confundir religión con superstición. Con el fin de dotar definitivamente a la investigación hagiográfica de un método seguro, H. Delehaye ha establecido que deben correlacionarse los estudios sobre los textos literarios con las investigaciones referentes a los documentos del culto, aplicando el criterio según el cual la existencia de antiguos testimonios de veneración es de importancia fundamental, aunque no exclusiva en orden a la autenticidad del mártir. Se trata de la doctrina llamada de las coordenadas hagiográficas, cronología y topografía que, cuando pueden ser establecidas con seguridad, fijan en la historia la figura del santo.
Mediante un procedimiento semejante es posible llegar a encontrar los orígenes del culto. Hasta los s. IV y s. V la celebración de un mártir o de un santo, limitada por lo general al ámbito de la iglesia local, se fijaba en el día del aniversario de su muerte (depositio, dies natalis) y se señalaba en el calendario, indicando el lugar donde se llevaba a cabo la conmemoración, el mes y el día: así se hacía en Roma, Cartago y otras Iglesias durante el s. III. Posteriormente, durante los s. V y s. VI, dichas celebraciones se reunieron en el Martirologio jeronimiano, que incluyó numerosos calendarios locales procedentes de Italia, África, España y la Galia, que han llegado así hasta nosotros. De esta manera cuando, sobre la base de los documentos, la hagiografía logra recomponer los datos antiguos del culto, podemos afirmar que la auténtica figura del mártir queda también reconstruida. En resumen, la crítica hagiográfica practicada en las actas de los santos analiza los diversos testimonios acerca de un mártir o santo con el objeto de llegar a conocer la antigüedad de su culto, derivando de ella, al mismo tiempo, su autenticidad. No siempre los testimonios concuerdan y a menudo los textos literarios utilizados pueden prevalecer sobre los datos referentes al culto. Pero las «historias de los santos» que hallamos en tales textos, no deben confundirse con la documentación, como tampoco el carácter legendario de las pasiones está en contraposición con el valor histórico del santo: la historicidad del mártir no depende necesariamente de la autenticidad de los documentos.
Bibliografía
H. DELEHAYE, A travers trois siécles. L'oeuvre des Bollandistes (1615-1915), Bruselas 1959;
P. PETERS, L'oeuvre des Bollandistes, 2 ed. Bruselas 1961;
S. PRETE, L'origine del'agiogralia: i Bollandisti, «Convivium» (1948) 380405;
R. AIGRAIN, L'hagiographie, ses sources, ses méthodes, son histoire, París 1953;
Repertorium Fontium historiae Medii Aevi, «Istituto Storico italiano per il Medio Evo», I, Roma 1962, 16 ss.
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